Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1887-1888 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 11 de abril de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Pedregal
Número y páginas del Diario de Sesiones: 90, 2371-2372
Tema: Amnistía para todos los complicados en los últimos sucesos políticos

Acabé mi rectificación manifestando que la atmósfera no era propicia ni favorable a la realización de los deseos manifestados por el Sr. Muro, y ahora tengo que añadir que aunque hubiera sido algo favorable, el discurso del Sr. Pedregal la hubiera convertido en completamente contraria, porque lejos de hacer beneficio a la causa que ha defendido, la ha perjudicado gradualmente.

Prescindiendo de ciertas declaraciones que ha hecho S.S. en el calor de la improvisación y en el arrebato, poco usual, que S.S. ha lucido esta tarde; prescindiendo, porque no quiero agriar la cuestión, del tono épico que S.S. ha empleado, digo a S.S. de una manera muy modesta y familiar: Sr. Pedregal, ¿hay motivo para quejarse tanto porque el capitán y el comandante que apenas hace un año faltaron a sus deberes, no hayan vuelto ya a las filas, de capitán y de comandante? ¿Hay motivo para ello, cuando si ese capitán hubiera vencido, habría sido coronel? La jugada que hacía ese capitán, era la siguiente: si gano, soy coronel; si pierdo, vuelvo a ser capitán dentro de un año; en ningún caso voy a perder más que unos cuantos meses. ¿Hay motivo, repito, para adoptar ese tono que S.S. ha adoptado y para increpar de esa manera al Gobierno por lo que está pasando?

No nos salgamos de la realidad de las cosas; ésa es la única manera de conseguir algo; porque si las llevamos al extremo, no podremos conseguir nada. No; lo que los Gobiernos fuertes hacen es cumplir las leyes; el cumplimiento de las leyes basta para que un Gobierno sea fuerte, y hasta ahora no se ha hecho más que cumplir la ley. (El Sr. Muro: La amnistía es una ley). Lo es cuando llega a hacerse y cuando sea conveniente darla, si alguna vez lo es. En último término, la ley es obra de la voluntad de las Cámaras, no de las aspiraciones de un partido, y a eso me refería yo al decir que la atmósfera no era favorable ahora a la amnistía, y que el Sr. Pedregal, con el carácter que ha dado a su discurso, ha empeorado esa atmósfera, poco favorable ya a ese acto.

Para concluir, porque cuanto más se extiende este debate, es peor para los deseos de S.S., no tengo que decir más que una cosa. Habrá habido muchos que se hayan dirigido a S.S. pidiendo la amnistía, no lo dudo; pero también es cierto que el jefe de cierto partido acaba de dar un manifiesto en el cual, lejos de entrar en las vías de la paz y de la legalidad, dice precisamente todo lo contrario, y a ese manifiesto está sometida la mayor parte de los emigrados. Ninguno ha protestado contra ese manifiesto, y yo declaro que mientras se conserven en esa actitud de hostilidad, no al Gobierno, sino a las leyes, no haré acto alguno que pueda ser favorable a esas personas. Ante todo, la sumisión a la ley, en lo que no hay humillación ni [2371] rebajamientos para nadie, porque cumplir la ley es deber de todos; y una vez que todos estén sometidos a la ley y entren francamente en el camino de la legalidad, entonces nos ocuparemos de la amnistía y veremos si es conveniente a los intereses generales del país y a la política que el Gobierno se propone seguir. [2372]



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